viernes, 26 de noviembre de 2010

Thinking of you.


Thinking of you



Sinopsis

Una historia desarrollada en tiempos de guerra donde el amor es la fuerza más poderosa de todas…


Después de todo lo que habían pasado juntos creían que por fin podían ser felices juntos sin embargo el destino decidió otra cosa. Cuando Beth encuentra una carta con el sello de la nación de Inglaterra se da cuenta que todo cambiara radicalmente ¿podrá Beth superar la prueba más grande de su amor? Podrán cumplir la promesa que se hicieron? Beth lo único que sabe con certeza es que nunca podrá dejar de pensar en el…
                                                             

















Capitulo 1.-
El amor no es amor si se altera cuando encuentra obstáculos.
Cuando la vida se hace más dura y las cosas cambian,
el amor verdadero permanece igual.
Shakespeare.
Inglaterra, 1941


Sentado en el frio asiento de su viejo Mustang, pensaba en lo frustrante que sería la escena que le venía a continuación, no sería fácil, pero por supuesto, eso era lo que él esperaba. Suspiro tratando de aclarar sus pensamientos, sabía a la perfección que tenía que decírselo, ella lo conocía muy bien de cualquier otra manera se enteraría y no lo podría ocultar por mucho tiempo. Pensó en darle la noticia esta misma tarde, en el día de campo que habían planeado desde ya hacía algunos meses, cuando en aquellos días había imaginado lo lindo que habría sido dar un paso más en su relación, la había imaginado a ella vestida de blanco con un ramo de rosas blancas en sus manos, adornando su exquisita belleza a, hubiera sido maravilloso hacer esto posible.
-Aquí vamos-. Se dijo a sí mismo mientras sostenía la cesta de comida, se aferro a ella fuertemente con el nerviosismo corriendo por cada una de sus células, no sería sencillo arrojarle la bomba ahora, no lo seria nunca, pero debía hacerlo, ella lo sabría de todos modos, que importaba, mejor apresurar el mal paso que sostenerlo sin llegar a nada. Tomo de nuevo fuertemente la cesta de comida, y dio un sonoro suspiro antes de tocar la puerta fervientemente.
-¡Qué bueno que llegas!-. Dijo emocionada, con una sonrisa resplandeciente, tal como él la recordaba ,con sus ojos abiertamente ingenuos, lucia impresionantemente hermosa, y esa sonrisa no podía reflejar algo más que felicidad. Abrió sus brazos, dándole con un caluroso abrazo, y mientras él la recibía, le besó la frente.-Te extrañe-. Menciono, apretando su cuerpo más al de él, después de una semana de no verse, era obvio que reaccionara así, era algo a lo que no estaba acostumbrado.
-Igual yo-. Le contestó con voz dulce, mientras inhalaba el delicioso perfume que emanaba su cabello, le encantaban estos momentos, pero ahora no podía pensar con claridad, la idea de darle la noticia lo ponía muy mal, no sabía cómo podría reaccionar ella.
-Bueno, ¿nos vamos?-. Preguntó con inocencia, mientras se alejaba un poco de él para poder verlo a los ojos, le gustaba poder admirar el hermoso color avellana en ellos, luego le dedico una tierna sonrisa y lo tomo de la mano.
Pronto Joe y Beth se encontraban en el campo, estaba completamente tapizado de un hermoso color verde debido al pasto que lo cubría, adornado con unas cuantas margaritas esparcidas por todo el terreno y justo en medio de este, un inmenso árbol, el mismo donde pasaron momentos inolvidables. Beth bajo rápidamente del auto para poder admirar con más detalle el lugar donde se encontraban, Joe tomo la canasta y corrió para poder alcanzarla.
-¡Espera!-. La tomo del brazo antes de que callera, asiendo caer la canasta de comida que llevaba en mano.
-Yo…lo siento-. Dijo cabizbaja
-Pues tendrás que pagarlo muy caro...-.
Beth levantó la cabeza sorprendida, mientras que ha Joe se le dibujaba una divertida sonrisa, levantando el frágil cuerpo de su acompañante, haciéndola girar por los aires.
-¡basta Joe…!.- Decía entre risas, ya no puedo
La bajó lentamente, mientras recuperaba el equilibrio. Agacho la cabeza y se percató que la canasta que momentos atrás había tirado, seguía en el suelo, la recogió rápidamente y se dirigió al gran y viejo roble para poder obtener un poco de sombra.
-oh Joe, he esperado tanto tiempo para esto-suspiro-no sabes cuánto de extrañe-
-igual yo-. Le contestó tajante, con una media sonrisa, de una manera casi irreconocible para ella.
Mientras el sacaba la manta del cesto para poder ponerla en el piso, ella analizaba detenidamente sus movimientos, tratando de descifrar su comportamiento, sabía que algo estaba ocurriendo desde que lo recibía en su casa, pero confiaba que él se lo dijera. Sintiéndose incomodo de cómo lo miraba ella, trato de disimular su comportamiento.
-Está listo, ya nos podemos sentar-.
-Mmm.…está bien-. Dijo un tanto pensativa.
-¿Sucede algo?-
-No, nada-. Contestó meneando la cabeza un par de veces, así sentándose en el lugar que le había dejado Joe, posando su mirada en alguna parte del prado.
Los dos habían quedado callados, reinando un incómodo silencio, el esperaba el momento oportuno para decirle lo que le sucedía y ella buscaba una explicación para su extraño comportamiento. Lo único que hicieron fue dedicarse a admirar el paisaje mientras alguno rompía el silencio.
Mientras Beth se perdía en sus pensamientos, él intento de olvidar la frustración que sentía así que simplemente se dedico a contemplarla, no se había percatado de lo hermosa que lucía. Ella volteo a Joe al darse cuenta que la observaba, con cualquier otra persona se hubiera enfadado porque la vieran así, pero con él era distinto, con el todo era distinto.
-¿Qué pasa?-
¿Te he dicho lo hermosa que luces hoy?-
-No- contesto apenada, tornando sus pálidas mejillas a un agradable color rosa.
-Bueno, hoy se muy ve hermosa señorita-. Le aclaró con una gran sonrisa en el rostro, cualquier chica del pueblo se moriría por una sonrisa de Joe, pero sabía muy bien que eran para ella y solo para ella. Durante estos últimos años se había puesto más guapo que nunca, y no es que no lo fuera antes, si no que le había sentado bien la edad.
-Te amo.-Dijo abalanzándose hacia él para poder abrazarlo y poder esconder su cara en el pecho de él, y que no pudiera ver sus sonrojadas mejillas ya que se terminaría burlando del color que habían tomado entonces.
-Sabes que yo también-. Susurró a su oído riendo, se imaginaba la cara que debía haber puesto debido al cumplido que le había hecho, pero no podía evitar hacerlo, la quería como a nadie, y a pesar de haber empezado por una inocente amistad, ese cariño se había ido transformado con el paso del tiempo. Acarició delicadamente su sedoso cabello, que caía como cascada por su espalda, mientras ella se acomodaba en sus piernas, para poder tener una mejor vista de él y así perderse en sus profundos ojos. -Prométeme estar siempre juntos-. Dijo Joe, Beth lo miro por un segundo y dibujando una sonrisa hizo la promesa.
-Lo prometo-.
-¿a pesar de todo? ¿Aunque a veces las cosas no salgan bien?-. Beth asintió.

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