viernes, 10 de diciembre de 2010

Capitulo 7.-


Capitulo 7-.
Mi vida pasada ya no es mía;
Los momentos efímeros han quedado atrás
Cual sueños pasajeros rendidos
Cuyas imágenes se guardan almacenadas
Sólo en el recuerdo.

JOHN WILMONT,
Conde de ROCHESTER

Inglaterra, 1928

-¿Te encuentras bien?-preguntó Joe en tono preocupado, había notado que su amiga se encontraba distraída desde que había llegado, solo que no le había tomado gran importancia hasta ahora.
-Si…bueno, es solo que…hoy en la mañana me di cuenta que justo por estas fechas mis papás me llevaban a una especie de fiesta, no recuerdo mucho, la música era muy alegre y no parábamos de reír y de bailar, bueno al menos era lo que intentaba…-Sonrió, acomodando uno de sus pequeños rizos tras su oreja.
    El niño notó tristeza en el tono con que ella hablaba, aunque no era muy evidente, creyó conocerla bien, entonces recordó algo que seguramente le levantaría el ánimo <<seguro eso funcionará>> se dijo a sí mismo y miro a Beth, que como toda la mañana, se encontraba pensativa.
-Y te gustaría poder recordarlo mejor ¿No?-
Ella asintió la cabeza.
-Me sucede lo mismo, pero yo te ayudaré a recordarlo, bueno al menos eso intentaré.-
-¿Cómo harás eso?-preguntó más interesada en la charla.
-Ya lo veras.-Le contestó confiado.
[…]
    Caminaron lentamente hacía la entrada del evento, Joseph ayudaba a Beth a caminar, ya que le había atado un pañuelo (que pidió a su tía) a los ojos, no quería arruinar lo que le había preparado a su joven amiga.
    Una mezcla de olores se percibía en este lugar, unos más conocidos que otros, pero no por eso menos agradables, y aunque le parecía un poco familiar, no alcanzaba a distinguir en donde se encontraba. Con el transcurso de camino se iba haciendo más audible el sonido de la música… ¡¿música?!...si tal vez ella sospechaba donde se dirigían, pero aun así no dijo nada, tan solo sonrió para sus adentros y siguió caminando.
-Ya estamos llegando.- Avisó, con el poco tiempo de conocerla sabía lo rápido que se desesperaba Beth, aunque él sentía la emoción de llegar, ya quería su expresión al llegar.
-Está bien.- finalizó con voz nerviosa.
    Habían llegado casi en un abrir y cerrar de ojos, Joe le quitó con cuidado el pedazo de tela que cubría los ojos de la niña, y dejo que observara con atención a su alrededor, y ella abriendo sus grandes y chocolatosos ojos así lo hizo. De inmediato se le dibujo la sonrisa más grande que el chico había podido ver en ella, era increíble lo bien que se sentía hacer que los demás estuvieran felices por su causa, él también sonrió.
-Wow Joe, ¡esto es lo más increíble que haya visto en mi vida!, !mira toda esa comida, y todas esas personas bailando!, ¿lo ves?- dijo ella con un peculiar entusiasmo.
   Tomó de la mano al joven, lo arrastró hasta donde se encontraban todos, al parecer todo el pueblo estaba reunido en ese pintoresco lugar, desde el kiosco hasta al último rincón del parque había personas, y con ellas un montón de caras sonrojadas y felicidad, nada más que eso había ahí.
-Bueno yo vengo aquí todos los años, se le llama “San Patricio”, seguramente eso era lo que festejabas con tus papás.-comentó- ¿y ahora recuerdas algo?
-Sí, claro que sí, pero eso ya no importa, supongo que vivir nuevas experiencias es mejor que recordar cosas que es inútil volver a vivir, ¿vamos a comer algo?, toda esa comida me está dando hambre.-
    El chico sonrió dándole la razón a Beth, y le rió para sus adentros, era verdaderamente gracioso lo madura que era ella, algunas veces le hacía pensar que era una adulta en el cuerpo de una inocente niña, aunque bueno, él a su edad también era así, o al menos eso quería creer.
-¡No Beth!, no quiero bailar, no me gusta.- exclamó el niño, mientras jalándolo Beth lo llevaba hacia donde los demás bailaban.
-¡Por favor! sino no bailamos no ha tenido caso que hayamos venido.-
-Es que no sé como.- admitió, con el rostro enrojecido por la vergüenza.
Beth pensó un poco y dijo:
-Bueno yo tampoco sé bailar, pero intenta moverte al ritmo de la música, verás que nadie se dará cuenta de la diferencia.- comentó sonriéndole para darle confianza.
-Está bien, pero solo una canción y ya.-se dio por vencido y siguió a la niña.
     Sin haberse percatado, un montón de señoras ya estaban comentando sobre lo acontecido por los pequeños, enterneciéndose por lo lindos que se veían, algunas mencionaban que esa amistad no duraría mucho, otras que decían lo contrario, pero la gran mayoría opinaba que de grandes terminarían enamorados, ¡qué cosa sería aquello!, bueno pero todavía faltaba mucho para asegurar estas afirmaciones, aunque no tanto como se lo imaginaban…
    Mientras tanto los jóvenes niños seguían en su mundo, ya agotados por su intento de “baile” fueron a tomar asiento. Por sus frentes corrían pequeñas gotas de sudor y sus caras estaban más que rojas, pero sin duda se habían divertido.
-Creo que ya es hora de irnos, si no llegas temprano a casa seguramente tu tía te terminara regañando, y por supuesto a mi.- dijo Joe tras una larga pausa.
-Ah, está bien.- contestó ella con una inocente sonrisa.-Me divertí mucho, gracias por traerme.-
    Le abrazo y seguido de esto se puso de pie, estaba lista para ir a casa.
-De nada pequeña.- Dijo este respondiéndole de igual manera.
    Y esa cálida noche de primavera, fue guardada en los recuerdos de ese par de amigos, uno de los tantos que jamás olvidarían.









domingo, 5 de diciembre de 2010

Capitulo 6.-


Capitulo 6-.
Desde entonces el triste pensamiento
De tu olvido falaz en mi agonía:
Olvido de un amor todo armonía,
Fugitivo en su yerto corazón.

Inglaterra, 1941

    El Sol entraba por la ventana, iluminando todo lo que a su paso encontraba, indicando la llegada de un nuevo día. Beth casi no pegó el ojo en toda la noche, había disfrutado la velada, de hecho había sido la mejor en mucho tiempo, pero había algo que hacía que dejara de pensar en esa mágica noche, Joe se había ido.
    La noche anterior la había tratado como toda una princesa, la había tomado de la mano y bailado con ella toda la noche; le había susurrado cosas hermosas al oído que le habían puesto la piel de gallina, incluso le había besado. Pero fue como si nada de esto hubiera pasado, cuando llego la hora de la despedida, ella había tratado de no llorar, pero por supuesto no lo consiguió y mientras el trataba de consolarla abrasándola férvidamente, también se quebró. ¿Qué sería de estos jóvenes? Cuando eran pequeños nunca había pasado por su cabeza el amor que se tendrían el uno al otro, y cuando este llego casi se habían jurado el uno al otro jamás separarse, pero por supuesto nunca se sabe lo que te deparara destino…
    Suspiró por enésima vez tratando de calmarse e intento conciliar el sueño, quizá esta vez lograría dejar de pensar en él, por lo menos un momento.
-Pequeña te traje el desayuno. Regresaré en cuanto lo acabes eh iremos a pasear un rato…y no es una pregunta - dijo Vivian tratando de subirle el animo a Beth, colocando la charola de comida en su cama. Ella mejor que nadie lo que le pasaba a su sobrina, estaba segura que tendría que despejar su mente, distrayéndola de todo lo que le entristeciera.
-Está bien tía, de cualquier modo no creo que tenga otra cosa mejor que hacer- le dedico una media sonrisa y comenzó a jugar con la comida, aunque no tuviera hambre hiso el esfuerzo de comer lo que le habían dejado, << seguro a Joseph no le gustaría verme de esta manera>> se repitió en todo momento.
    Se enfundó rápidamente en un sencillo vestido azul con pequeñas flores bordadas en la falda, se puso unos zapatos del mismo color combinado con un sombrero y bajo a la sala, donde se encontraba su tía a punto de ir a buscarla.
-Me alegró que hayas bajado por ti misma Beth.-
-Si…bueno he estado pensando toda la noche-y sí que lo había hecho- y me he prometido tratar de ser fuerte, trataré de esperar pacientemente a Joe, tan solo espero que no sea tan difícil como parece.- comentó.
-No te negaré que será difícil cariño, pero yo te apoyaré en lo que necesites. Bueno, pero que tal sí conversamos en el camino, creo qué tienes muchas cosas que contarme.-Le sonrió pícara y la empujó hacia la puerta, deseando que Beth no sufriera demasiado por la ausencia de su amado.
-¿Sabe qué fue lo mejor de todo?-preguntó la chica tras contarle todo lo que le había pasado en su cena con Joe.-Cuando bailábamos por la pista, me había hecho sentir tan especial, no sé si era mi imaginación, pero me miraba como jamás lo había hecho, creo que... no lo sé, por un me olvide de todo lo que pasaba, solo estábamos él y yo, como en las historias que me contabas, ¿ lo recuerdas?-
-Me alegra que te la hayas pasado bien, me gustaría ver ese brillo en tus ojos más a menudo. –
A Beth se le dibujo una resplandeciente sonrisa en el rostro y continuó caminando.
    Habían caminado por más de 4 horas, pero el tiempo había pasado volando, y con eso un sin fín de recuerdos volvían a su mente, era increíble las innumerables experiencias que habían pasado en ese lugar.
Cuando era más joven, Vivian, había ya había vivido sus propias experiencias, había pasado allí toda su infancia rodeada por el cariño su familia, la madre de Beth aparte de haber sido su hermana, se había hecho su mejor amiga y con ella había pasado la mayoría de su tiempo, después las dos fueron creciendo, habían encontrado sus propias expectativas, sus sueños, creían tener claro lo que sería de cada una. Al cabo de unos años la madre de la joven se había mudado a la cuidad, donde después de no muchos años había encontrado al padre de Beth y había encontrado la felicidad plena al lado del amor de su vida, brindándole de su cariño su pequeña hija. Mientras que ella se había quedado en el pequeño pueblo, donde de igual manera creyó haber encontrado a alguien con quien pudiera pasar el resto de sus días; lamentablemente no pudo ser así, él la había dejado sin razón aparente, lo que la destrozó por completo, al cabo de unos años decidió olvidarse de todo eso para que no la dañara más, y decidió dedicar su vida a su trabajo como modista, diseñando prendas para una que otra persona adinerada, aunque decidió tener una vida modesta. Ahora estaba al cuidado de su sobrina, y quería todo lo mejor para ella, quería que viviera sus propias experiencias, que se levantara de sus tropiezos y sobre todo que pudiera contar con ella.
-Bien pequeña, creo que se está haciendo un poco tarde, quizás debamos volver a casa.-
-Por supuesto tía, estaba a punto de pedirte lo mismo, después de la noche de ayer me gustaría reponer un poco mi sueño.- inquirió la joven de ojos risueños.
   Se dirigieron a la acogedora casita, y cuando llegaron Beth fue directo a su cama, tal vez ahora si pudiera dormir, Vivian le había subido un tanto el ánimo y estaba dispuesta a pasar la ausencia de Joe de la mejor manera posible.










viernes, 3 de diciembre de 2010

Capitulo 5-.


Capitulo 5-

Y pasaran los años y siempre estarás buscando
un plan para que se hagan realidad los sueños
que soñábamos antes de ayer al dormir
hablando del tiempo que nos quedara por vivir.
Y sin hablar. Solo al mirar sabremos llegar a entender
que jamás ni nada ni nadie en la vida nos separa.
LODV.

Inglaterra, Diciembre 1927.

-Un poco más a la derecha- dijo Vivian a Beth, estaban a punto de decorar el árbol de navidad, solo faltaba colocar la estrella en la punta de este.
-Esta listo, ¿verdad tía?-.
   Ella solo asintió y abrió los brazos para recibir a la pequeña niña, demostrándole cuanto cariño le había tomado. Esta sería la primera navidad que pasaría con ella, en su nuevo hogar, y quería que la recordara de una buena manera. Le había pedido que le ayudara a decorar la casa, dándole su toque especial a la fecha.
-¿Puedo ir al parque? Joe me ha dicho que me enseñara a hacer un muñeco de nieve- preguntó inocentemente la niña.
-Por supuesto que sí, pero recuerda llegar temprano y ponerte tu abrigo.-
-Claro.-
   Beth se abrigo bien, poniéndose sus guantes y su bufanda, por supuesto la chaqueta que había preparado su tía, y se dirigió a donde vería a su amigo. Mientras caminaba, iba cantando una melodía muy navideña, le recordaba un poco a su madre, ya que se la cantaba a la llegada de estas vísperas, cuando era todavía más pequeña, pero ahora se abría un nuevo capítulo en su vida, y disfrutaría todo los momentos que pasara con Vivian, su nueva familia.
-Hey, ¡hola Joe!- saludo abiertamente, asustando un poco a su amigo.
-Hola Beth.-
-¿Qué hacías?
-Pues…ven, te mostrare algo-La jalo de la mano, llevándola hacia otro el otro lado del parque.-Estaba empezando un muñeco de nieve, pero creo que necesitare un poco de ayuda.-
-Yo puedo hacerlo.-sugirió felizmente.
-Bueno, entonces hay que terminarlo-.
   Ya hacía tiempo que los dos se habían hecho grandes compañeros, desde la llegada de Beth a la vida del niño, casi no se habían separado, a menos que el clima estuviera realmente mal, se veían todos los días, Se habían hecho muy unidos.
-¿Qué harás esta noche?, mi tía dijo que cocinaría un rico pavo, y que después abriríamos los regalos. -comentó Beth mientras terminaban el muñeco, poniéndole casi los últimos toques.
-No creo que haga nada en especial, en mi casa no se acostumbra a celebrar la navidad.-Contestó el pequeño torciendo su rostro en una mueca.-La señora Johnson  me contó que antes que yo naciera, mi madre cocinaba una deliciosa cena y reunía a todos los vecinos, no puedo imaginarme a mi padre feliz de estar rodeado de gente.-
   Beth pudo notar un ligero tono de tristeza en su voz así trató de buscar una forma para que no se sintiera así, le gustaba verlo contentó.
-Tengo una idea, que tal si pasas esta navidad con nosotras, no creo que a mi tía le moleste, además nos harías un poco de compañía.- dijo entusiasta la niñita.
-Eso sería genial-le sonrió tímidamente-Bueno creo que ya lo hemos terminado.-
….
    El reloj ya apuntaba las 9 de la noche, era la hora que los 2 pequeños habían acordado para verse, se reunirían en la casa de Beth y ahí pasarían una noche mágica, llena del calor del hogar.
-Luces como toda una princesa con ese vestido Beth.- comento Vivian, satisfecha de sí misma, había enfundado a la pequeña con un hermoso vestido rosa, decorado con pequeñas flores debajo de este y un gran moño negro en la cintura, agregándole lo tierna que se veía con los graciosos rizos adornándole la cabeza, atados con un listón del mismo color del vestido.
-Gracias- dijo con las mejillas ruborizadas.
De pronto se escuchó como golpeaban la puerta, ese era Joe.
-¡Yo abro!- corrió hacia la entrada apresurándose a abrir la puerta.- ¡Hola de nuevo Joseph!-. Exclamó dulcemente Beth, recibiendo a su invitado con una gran sonrisa iluminándole el rostro.
-Hola- le contestó de igual manera con una sonrisa, pero no tan grande como la de la pequeña.
-Pasa hijo, te estábamos esperando-
-Gracias.-
    La cena había trascurrido de maravilla, estuvieron alegremente conversando mientras que a Beth se
le salía uno que otro comentario fuera de lugar, llenando de carcajadas la conversación. Pronto
sonarían las campanas indicando la llegada de la media noche. Era hora de abrir los regalos.
-Creo que deberíamos pasar al árbol niños.- menciono la tía de Beth.
-¡Si, si, vamos!-
    Pronto se encontraban al pie del pino, sentados en cunclillas esperando que el primero abriera su
obsequio.
La primera había sido Beth, ya que era la más ansiosa.
-Wow, los dos son bellísimos.-dijo sorprendida, con los ojos completamente abiertos, admirando lo
que le habían entregado, la bufanda que le había regalado Vivian era muy bonita, pero le había
maravillado la pulsera que le había regalado su invitado.
-Era de mi madre.- Dijo él a la niña.- Qué bueno que te allá gustado.- rió un poco y miro a su tía.
-Es tu turno Joe.- alentó Vivian al pequeño, entregándole dos pequeños paquetes.
-Claro.- Empezó por abrir el que decía “De Vivian para Joe”.-Es un maravilloso suéter,
gracias.-
    Dejó a un lado la prenda, no despreciándolo, sino para abrir el otro obsequio. “De Beth para
Joe”, no cabía duda que estaba aprendiendo a escribir, pensó, lo abrió cuidadosamente,
encontrándose con un portarretratos, y con él un dibujo donde se suponía que estaban Joe y la
pequeña Beth jugando. El niño no pudo contener su felicidad y se dibujo una sonrisa en sus labios,
desde ese momento estaba seguro que había encontrado una inigualable amiga.
-¿Te gustó?, lo hice yo misma.-
-Por supuesto, muchas gracias Beth.-


martes, 30 de noviembre de 2010

Capitulo 4.-


Capitulo 4-.
Nunca supe que tenía un sueño
Hasta que ese sueño fuiste tú
Cuando miro dentro de tus ojos
El cielo tiene un azul diferente
Cruza mi corazón
Yo no estoy fingiendo
Si lo intenté, tú me hacías creer
Que creías mis mentiras
Te agradezco por amarme
Por ser mis ojos
Cuando no podía ver
Por partir mis labios
Cuando no podía respirar
Gracias por amarme.
..........Bon Jovi


Inglaterra, 1941
    La acunó entre sus brazos al darse cuenta de sus cristalinos ojos, ¿Cómo tendría la fuerza para dejarla sola?, un amargo sentimiento lo invadía siempre que se repetía esa pregunta y había temido que llegara este día, la despedida, hace un momento estaba decidido a decirle que se iba, que este sería el ultimo día, ahora no sabía de dónde había sacado el valor de darle la noticia.
-¿Qué te parece si nos olvidamos un poco de esto?, me gustaría que me acompañaras a…bueno ya lo verás-propuso Joe a la joven, había sido una semana de grandes emociones, y no precisamente agradables, así que le había preparado una sorpresa, tal vez algo que no olvidaría jamás.
-Por supuesto- contestó Beth, limpiando rápidamente las lágrimas que se encontraban en su rostro.
-Bueno, paso por ti en una hora.- Se levantó y beso detenidamente la frente de su novia.-Y ya no llores más, te ves más bonita cuando sonríes.- Finalizó saliendo de la habitación.
    Beth se había emocionado demasiado, sin duda ya le hacía falta una salida como esta, con el hombre que amaba, con Joe. Al haberse enterado de su partida un sin fin de emociones pasaron su cabeza, desde enojo, hasta suma tristeza, nunca se había dado tiempo para pensar lo que sería su vida sin aquella persona, con él había pasado innumerables momentos, había compartido todo con él, lo había consolado, le había hecho reír; y ahora llegaba el momento de despedirse, tal vez regresará y todo se este tiempo lo recordarían tan solo como un amargo momento….o tal vez no volvería…
    El tan solo pensar en esta posibilidad la entristecía, pero le había prometido a Joe no llorar, además estaba segura que él regresaría junto a ella, y después de eso, todo volvería a la normalidad, o al menos eso era lo que quería creer. Meneo la cabeza un par de veces, tratando de deshacerse de todas estas ideas que la aquejaban y se dirigió a su armario.-Aquí estás- menciono al encontrar su vestido favorito, quería lucir bien para impresionar a Joe, a pesar de no saber a donde la llevaría, este atuendo lo podría usar en cualquier ocasión.

-Una ducha me caería bastante bien- se dijo a si misma dirigiéndose al cuarto de baño, abrió la
regadera y dejo que el agua corriera por todo su cuerpo, llevándose con ella las frustraciones que
la aquejaban, dejando así una Beth más relajada. Se secó rápidamente y tomó sus ropas previamente
escogidas.
    Solo faltaban unos minutos para la hora acordada, la joven estaba más que emocionada, ¿Cuál
sería la sorpresa que le habría preparado Joe?, no lo sabía, pero de lo que si estaba segura es
que no lo olvidaría jamás, sin duda tenía que guardar un muy buen recuerdo de él.
-¡Beth, te buscan!- grito desde la planta baja la tía Vivian, la joven bajo corriendo las
escaleras y en tan solo unos segundos ya se encontraba en la puerta principal, se sentía tan
nerviosa como una adolecente en su primera cita, nunca se imaginó volver a pasar por esta
situación, después de todo solo iba a ser una salida con Joseph, su amigo, su consejero…su
novio.
-Luces hermosa- susurró al oído de la joven, la cual se sonrojo, pero esta vez no se escondió en
su pecho, solo le dedicó una tímida sonrisa.-Bueno… ¿nos vamos? Le preguntó extendiéndole la
mano como todo un caballero, dándole más puntos su atuendo.
-Por supuesto- dijo la muchacha respondiendo al amable gesto, Beth no solo se había sonrojado por el cumplido, había notado lo guapo que lucía su acompañante, el elegante traje que portaba, sin duda favorecía su aspecto, y sus ojos estaban más brillantes que nunca, era un de las cosas que la enloquecían de él.
-Beth, ¿está todo bien?-preguntó preocupado el joven a su distraída novia, abriendo la puerta del
coche.
-Si, sí, claro, todo bien- contestó Beth, subiéndose al auto.
-Ok-dijo el joven soltando una pequeña risa, le parecía realmente divertido la facilidad con la
que se distraía Beth, normalmente cuando ocurría esto sus ojos destellaban un tenue brillo y en
sus labios se dibujaba una singular sonrisa, lo cual a él le fascinaba.
    Se dirigió rápidamente a asiento del conductor y encendió el coche.- ¿No te parece maravilloso
el paisaje?- comentó la chica, parecía realmente fascinada con lo que se encontraba a su
alrededor, los frondosos árboles con sus hojas pintándose de peculiares tonalidades naranjas,
anunciaban la llegada del otoño, su parte favorita del año…-Por cierto, ¿A dónde vamos?-
-oh, eso ya lo veras-contestó Joe divertido, no podía esperar a ver la cara que pondría la
muchacha al llegar su destino.
    La joven le sonrió con dulzura y se acomodó en el asiento, quitándole la mirada de encima a su
acompañante para poder admirar el paisaje que la rodeada. El fresco viento chocaba contra su cara y
de paso despeinaba de poco en poco su cabello, haciendo que el auto se llenara del suave y
deleitante aroma que este emanaba.
    El crepúsculo se ponía y con él la noche, el cielo se pintaba de distintos matices rojizos al
esconderse el sol entre las montañas, era maravilloso poder observar tan increíble paisaje, no lo
hacía desde que tenía 16 años, sin duda le traía buenos recuerdos.
-¿Ya estamos por llegar Joe?-preguntó un tanto impaciente, había sido gratificante recordar los
viejos tiempos, pero ahora quería vivir el presente para guardar buenos momentos, y que mejor que
esta velada.
    Cantidad de luces se podían observar no muy lejos, el muchacho sabía que su destino estaba muy
próximo.-Beth, necesito que te vendes esto en los ojos-dijo entregándole en pañuelo-Es para no
arruinar la sorpresa-continuó dedicándole una motivadora sonrisa, sin quitar la vista del camino.
-Mmm.…está bien-baciló un poco y ato el objeto a sus ojos tal como él había indicado.
Podía oír una infinidad de ruidos pero no estaba familiarizada con ninguno de ellos, ¿Dónde la
habría llevado? De pronto escucho el sonido del motor apagarse y sintió el auto detenerse, seguido
de esto oyó una puerta del auto abrirse.
-Hemos llegado-dijo Joe al abrir la puerta del auto de Beth, quitándole el pañuelo de los ojos.
    La joven talló un poco sus ojos para pode tener una buena visibilidad, observó que Joe le extendía
la mano para ayudarla a bajar y esta no dudó en tomarla.
-Y bien, ¿No vamos a entrar?-Susurró a su oído el chico una vez de sacar a Beth del coche.
-Creo que no debiste traerme hasta aquí Joseph- mencionó al salir de su trance.
    La ciudad de Londres era aun más bella de lo poco que recordaba, la maravillaba observar las
despanantes luces que alumbraban los edificios iluminando la noche, el lugar al que se dirigían,
tenía una apariencia realmente elegante, las personas que llegaban lucía majestuosos atuendos y
una que otra joya, no estaba acostumbraba a concurrir a este tipo de lugares, por lo cual todo esto
era nuevo para ella.
-¿Acaso no te gusta?-
-No, no es eso, es solo que…creo que es demasiado para mí- murmuró, pero lo suficientemente
audible para que Joe pudiera escucharla.





Capitulo 3-.


Capitulo 3-.


Field of innocence
I still remember the world
from the eyes of a child
slowly those feelings
Were clouded by what I know now
-Evanescence
(…..)

Inglaterra, Octubre de 1927. (14 años antes)


- Bien linda, bienvenida a tu nuevo hogar- Dijo entusiasta Vivian.
    Ella y su sobrina Beth acababan de llegar de Londres, los padres de la pequeña habían fallecido en un trágico accidente, quedando al cuidado de Vivian, se habían alojado en Londres un año, pero creyó que ya era hora que Beth estuviera en un ambiente más tranquilo, y qué mejor que en este pequeño pueblo, donde ella había pasado gran parte de su vida.
    Beth sonrió tímidamente y subió las escaleras abrazando fuertemente a su amado oso de peluche, regalo de su padre, un pequeño empresario que había dedicado su vida a su esposa y a su preciada hija. Observó detenidamente todo lo que estaba a su paso hasta el más minúsculo detalle, cerró momentáneamente los ojos, pensando en que todo estaría bien, realmente había sufrido mucho con la lamentable pérdida de sus padres, pero esperaba que la tía Vivian estuviera para ella siempre que la necesitara, como una madre.

    En otra parte de ese pintoresco pueblo, se encontraba el pequeño Joseph, escondido bajo un gran y viejo roble, dirigiendo su mirada hacia la nada, el pobre había sufrido demasiado para ser un niño con tan solo 7 años de edad, los constantes maltratos de su padre había ocasionado que se alejara de los demás, durante años había dejado que lo subajará, su padre lo había culpado de la muerte de su madre. Sus pequeños e inocentes ojos, se inundaron de nuevo de lágrimas, y las quito rápidamente, según su padre  llorar no era de hombres y Joseph no haría nada que ocasionara otro disgustó de él, quería que lo vieran con orgullo y quizás tan solo con un poco de cariño.

    Alzó la vista, encontrándose a lo lejos con una pequeña silueta, puso un poco más de atención a ella, puesto que nunca la había visto antes, esta se iba acercando cada vez más, haciéndose más visible; era una pequeña niña con grandes y hermosos ojos marrones, de no más de 5 años de edad, supuso, se encontraba corriendo alegremente, haciendo que su largo cabello castaño jugueteara con el viento, se veía realmente adorable.

    Él se paró de donde estaba, sacudió su pantalón para quitar un poco la suciedad en ellos, planeaba dirigirse a su casa, seguramente su padre ya se había ido de ahí, tal vez a un bar o a algún lugar de mala muerte a los que acostumbraba a ir. De pronto la pequeña niña que había observado momentos antes, se encontraba justo frente a él, mejor dicho sobre él, puesto que había tropezado con él, ocasionando que los dos cayeran al duro suelo.

-Lo siento…yo…no…lo siento- dijo después de pararse rápidamente, la dulce y tierna niña, mirando hacia el suelo y con un peculiar rubor en sus mejillas.
-Si, no te preocupes- contestó un poco atontado por el golpe, dedicándole una mirada enternecida, le pareció adorable el tono rojizo que había adquirido la cara de la pequeña.
-y…-vacilo un poco- ¿quisieras jugar con migo?- preguntó inocentemente, moviendo nerviosamente la punta de su pie.
-Ah…- a Joe le tomó por sorpresa esa invitación, muchos niños del pueblo no se le acercaban, y mucho menos lo invitaban a jugar, les parecía …raro, y no es que tuviera alguna incapacidad física ni nada por el estilo, era solo que la mayoría del tiempo se la pasaba alejado de todos- Esta bien. Mi nombre es Joseph, pero puedes llamarme Joe- sonrió un poco y espero que ella se presentara.
-Pues, mi nombre es Beth pero puedes llamarme…. Beth- rió a lo bajo un poco ante su comentario.

-Dijiste que después de esto jugaríamos a lo que yo quisiera- protestó Joseph cruzándose de brazos, luego de que se regulara su respiración, después de todo no era una tarea sencilla correr durante horas en busca del “travieso duende”, que según aseguraba Beth, estaba detrás de los arbustos. 
-Eso fue antes de saber que no eras tan listo como para saber que no había ningún duende, solo aparecen de noche, todo el mundo lo sabe -se defendió la pequeña niña, segura de lo que decía, sin duda tenía una imaginación muy grande. -Además ya es muy tarde, y si no regresó a casa mi tía me regañara, pero te prometo que mañana jugaremos a lo que quieras.-Finalizó levantándose del lugar donde se encontraban sentados, su cabello se encontraba hacho una maraña, y su vestido estaba lleno de tierra.
-Está bien- dijo Joe no muy convencido.-Nos vemos mañana- de igual manera él se levantó, el cielo ya se estaba pintando de tonos rojizos y naranjas, lo que indicaba que estaba por oscurecerse.
    Ambos salieron del enorme jardín y se dirigieron a sus respectivas casas, para Joseph era un fastidio volver a la suya, sabía todo lo que pasaría, era viernes por la noche, seguramente su padre llegaría borracho, quejándose de su día y buscaría algún pretexto para desquitarse con él, el tan solo pensarlo le atemorizaba, por lo que sacudió la cabeza para libérese de esos pensamientos y a paso lento se dirigió a su destino.
     Mientras tanto Beth ya había llegado en su hogar, su tía estaba a punto de regañarle por que ya era un poco tarde, cuando vio la enorme sonrisa dibujada en su rostro, ya hacía mucho que no la veía tan feliz, así que sin dudarlo dejo que la niña le contara todo.
-Que imaginación tienen los niños de ahora- Fue lo único que pudo decir, le alegraba que su sobrina estuviera tan feliz, incluso, le dijo a Beth que invitara a su amigo para que jugaran ahí.

    La mañana era de lo más hermosa ese día, Beth se mostraba impaciente por salir y encontrarse de nuevo con su amigo, la tía Vivian había insistido que era demasiado temprano, pero a ella no le importo, era demasiado testaruda, por lo que Vivian tubo que acceder a que saliera. Beth camino hacia el prado, al llegar al frondoso y gran árbol que se encontraba justo en medio de este, pudo notar que Joe ya había llegado, solo que él no se había percatado de la llegada de ella.
-Hola- dijo ella alegremente, tratando de llamar su atención.
-Déjame solo-

-¿Qué pasa Joe? ¿No jugaremos hoy?
-Ya vete, déjame solo-
    Beth no se había movido del lugar donde se encontraba, sabía que Joe se encontraba mal y no lo dejaría solo, a pesar de tener solo 5 años, comprendía muy bien estas cosas. Se sentó junto a él haciendo el menor ruido posible y miro atentamente cada movimiento que hacía, el abrazaba con fuerza sus piernas y en ellas ocultaba su rostro.
-¿Qué te paso allí?-dijo repentinamente señalando un gran moretón que se encontraba en el brazo de Joe.
    Él se giro hacia Beth, limpiándose las lagrimas que corrían por sus ojos.-Nada...me pegué con la puerta.-
-Vamos a mi casa con tía Vivian, seguro te duele mucho-
-No no, aquí estoy bien, no tengo nada-
-Pero te dolerá después, anda, vamos a mi casa, tía Vivian es muy buena para esto-insistió.
    Después de tanto insistir Beth convenció a Joe. Mientras se dirigían a su casa Beth iba observando sobre todo lo que se encontraba a su paso, no había notado lo hermoso que era ese lugar, las pintorescas casitas de madera, los grandes jardines que llenaban de vida los niños jugando y las parejas de enamorados...
Por un momento Joe se sintió un poco más relajado, estaba demasiado frustrado, sabía que su padre tenía demasiados problemas y por eso se desquitaba con él. Se encogió de hombros y en su cara se dibujaba una pequeña sonrisa, le divertía la forma en que Beth miraba a su alrededor. <<Es divertida para ser una niña>> se dijo a sí mismo y siguió caminando.
-¿Ahora si me dirás que te paso?-preguntó Beth, sabía que había el mentido, solo que espero el momento oportuno para sacar de nuevo el tema.
-No lo entenderías-<< ¿debería decirle o no?>> pensó, Beth le había inspirado una gran confianza, pero no tanta como para contarle todos sus problemas... ¿o sí?
-Mmm., está bien-torció su boca -pero si me lo quieres contar, soy toda oídos-finalizó, se veía bastante curiosa, sonaba como una adulta en el cuerpo de una niña, Joe rió pensando en esto.
     Llegaron a la casa de Beth, era la típica casa inglesa, con una cerca de madera blanca, el jardín estaba repleto de pequeñas flores rojas, se veía bastante acogedora.
-Llegaste antes de lo que esperaba pequeña-sonrió dulcemente Vivian abriendo la puerta principal-oh, y veo que trajiste compañía, mucho gusto, soy la tía de Beth, Vivian.-le dijo a Joe estrechando su mano.
-Yo soy Joe-contestó tímidamente.
-tía Vivian, venimos porque Joe tenía un moretón en su brazo, tal vez tú puedas ponerle algo para que no le duela-
-oh claro, déjame ver- tomo el brazo del pequeño-válgame dios muchacho, ¿quién te ha golpeado?-Preguntó algo preocupada, el brazo de Joe tenía varios moretones, y muchos de ellos no eran recientes.
-Mi padre-dijo casi en un susurró-pero solo fue un accidente, el no quería hacerlo-continuó con voz un poco mas audible.
     Mientras Joseph seguía charlando con Vivian, Beth se había ido a sentar a un sofá, pensando en lo que Joe había dicho, ¿su padre? ¿cómo pudo haber sido un accidente?, para ser tan pequeña Beth era bastante inteligente.
-Listo-dijo la tía de Beth ya habiendo untado una pomada a los moretones de Joe, el tema de lo que los ocasionaron se había dado por más que terminado, y probablemente no se tocaría en un buen tiempo.