martes, 30 de noviembre de 2010

Capitulo 4.-


Capitulo 4-.
Nunca supe que tenía un sueño
Hasta que ese sueño fuiste tú
Cuando miro dentro de tus ojos
El cielo tiene un azul diferente
Cruza mi corazón
Yo no estoy fingiendo
Si lo intenté, tú me hacías creer
Que creías mis mentiras
Te agradezco por amarme
Por ser mis ojos
Cuando no podía ver
Por partir mis labios
Cuando no podía respirar
Gracias por amarme.
..........Bon Jovi


Inglaterra, 1941
    La acunó entre sus brazos al darse cuenta de sus cristalinos ojos, ¿Cómo tendría la fuerza para dejarla sola?, un amargo sentimiento lo invadía siempre que se repetía esa pregunta y había temido que llegara este día, la despedida, hace un momento estaba decidido a decirle que se iba, que este sería el ultimo día, ahora no sabía de dónde había sacado el valor de darle la noticia.
-¿Qué te parece si nos olvidamos un poco de esto?, me gustaría que me acompañaras a…bueno ya lo verás-propuso Joe a la joven, había sido una semana de grandes emociones, y no precisamente agradables, así que le había preparado una sorpresa, tal vez algo que no olvidaría jamás.
-Por supuesto- contestó Beth, limpiando rápidamente las lágrimas que se encontraban en su rostro.
-Bueno, paso por ti en una hora.- Se levantó y beso detenidamente la frente de su novia.-Y ya no llores más, te ves más bonita cuando sonríes.- Finalizó saliendo de la habitación.
    Beth se había emocionado demasiado, sin duda ya le hacía falta una salida como esta, con el hombre que amaba, con Joe. Al haberse enterado de su partida un sin fin de emociones pasaron su cabeza, desde enojo, hasta suma tristeza, nunca se había dado tiempo para pensar lo que sería su vida sin aquella persona, con él había pasado innumerables momentos, había compartido todo con él, lo había consolado, le había hecho reír; y ahora llegaba el momento de despedirse, tal vez regresará y todo se este tiempo lo recordarían tan solo como un amargo momento….o tal vez no volvería…
    El tan solo pensar en esta posibilidad la entristecía, pero le había prometido a Joe no llorar, además estaba segura que él regresaría junto a ella, y después de eso, todo volvería a la normalidad, o al menos eso era lo que quería creer. Meneo la cabeza un par de veces, tratando de deshacerse de todas estas ideas que la aquejaban y se dirigió a su armario.-Aquí estás- menciono al encontrar su vestido favorito, quería lucir bien para impresionar a Joe, a pesar de no saber a donde la llevaría, este atuendo lo podría usar en cualquier ocasión.

-Una ducha me caería bastante bien- se dijo a si misma dirigiéndose al cuarto de baño, abrió la
regadera y dejo que el agua corriera por todo su cuerpo, llevándose con ella las frustraciones que
la aquejaban, dejando así una Beth más relajada. Se secó rápidamente y tomó sus ropas previamente
escogidas.
    Solo faltaban unos minutos para la hora acordada, la joven estaba más que emocionada, ¿Cuál
sería la sorpresa que le habría preparado Joe?, no lo sabía, pero de lo que si estaba segura es
que no lo olvidaría jamás, sin duda tenía que guardar un muy buen recuerdo de él.
-¡Beth, te buscan!- grito desde la planta baja la tía Vivian, la joven bajo corriendo las
escaleras y en tan solo unos segundos ya se encontraba en la puerta principal, se sentía tan
nerviosa como una adolecente en su primera cita, nunca se imaginó volver a pasar por esta
situación, después de todo solo iba a ser una salida con Joseph, su amigo, su consejero…su
novio.
-Luces hermosa- susurró al oído de la joven, la cual se sonrojo, pero esta vez no se escondió en
su pecho, solo le dedicó una tímida sonrisa.-Bueno… ¿nos vamos? Le preguntó extendiéndole la
mano como todo un caballero, dándole más puntos su atuendo.
-Por supuesto- dijo la muchacha respondiendo al amable gesto, Beth no solo se había sonrojado por el cumplido, había notado lo guapo que lucía su acompañante, el elegante traje que portaba, sin duda favorecía su aspecto, y sus ojos estaban más brillantes que nunca, era un de las cosas que la enloquecían de él.
-Beth, ¿está todo bien?-preguntó preocupado el joven a su distraída novia, abriendo la puerta del
coche.
-Si, sí, claro, todo bien- contestó Beth, subiéndose al auto.
-Ok-dijo el joven soltando una pequeña risa, le parecía realmente divertido la facilidad con la
que se distraía Beth, normalmente cuando ocurría esto sus ojos destellaban un tenue brillo y en
sus labios se dibujaba una singular sonrisa, lo cual a él le fascinaba.
    Se dirigió rápidamente a asiento del conductor y encendió el coche.- ¿No te parece maravilloso
el paisaje?- comentó la chica, parecía realmente fascinada con lo que se encontraba a su
alrededor, los frondosos árboles con sus hojas pintándose de peculiares tonalidades naranjas,
anunciaban la llegada del otoño, su parte favorita del año…-Por cierto, ¿A dónde vamos?-
-oh, eso ya lo veras-contestó Joe divertido, no podía esperar a ver la cara que pondría la
muchacha al llegar su destino.
    La joven le sonrió con dulzura y se acomodó en el asiento, quitándole la mirada de encima a su
acompañante para poder admirar el paisaje que la rodeada. El fresco viento chocaba contra su cara y
de paso despeinaba de poco en poco su cabello, haciendo que el auto se llenara del suave y
deleitante aroma que este emanaba.
    El crepúsculo se ponía y con él la noche, el cielo se pintaba de distintos matices rojizos al
esconderse el sol entre las montañas, era maravilloso poder observar tan increíble paisaje, no lo
hacía desde que tenía 16 años, sin duda le traía buenos recuerdos.
-¿Ya estamos por llegar Joe?-preguntó un tanto impaciente, había sido gratificante recordar los
viejos tiempos, pero ahora quería vivir el presente para guardar buenos momentos, y que mejor que
esta velada.
    Cantidad de luces se podían observar no muy lejos, el muchacho sabía que su destino estaba muy
próximo.-Beth, necesito que te vendes esto en los ojos-dijo entregándole en pañuelo-Es para no
arruinar la sorpresa-continuó dedicándole una motivadora sonrisa, sin quitar la vista del camino.
-Mmm.…está bien-baciló un poco y ato el objeto a sus ojos tal como él había indicado.
Podía oír una infinidad de ruidos pero no estaba familiarizada con ninguno de ellos, ¿Dónde la
habría llevado? De pronto escucho el sonido del motor apagarse y sintió el auto detenerse, seguido
de esto oyó una puerta del auto abrirse.
-Hemos llegado-dijo Joe al abrir la puerta del auto de Beth, quitándole el pañuelo de los ojos.
    La joven talló un poco sus ojos para pode tener una buena visibilidad, observó que Joe le extendía
la mano para ayudarla a bajar y esta no dudó en tomarla.
-Y bien, ¿No vamos a entrar?-Susurró a su oído el chico una vez de sacar a Beth del coche.
-Creo que no debiste traerme hasta aquí Joseph- mencionó al salir de su trance.
    La ciudad de Londres era aun más bella de lo poco que recordaba, la maravillaba observar las
despanantes luces que alumbraban los edificios iluminando la noche, el lugar al que se dirigían,
tenía una apariencia realmente elegante, las personas que llegaban lucía majestuosos atuendos y
una que otra joya, no estaba acostumbraba a concurrir a este tipo de lugares, por lo cual todo esto
era nuevo para ella.
-¿Acaso no te gusta?-
-No, no es eso, es solo que…creo que es demasiado para mí- murmuró, pero lo suficientemente
audible para que Joe pudiera escucharla.





Capitulo 3-.


Capitulo 3-.


Field of innocence
I still remember the world
from the eyes of a child
slowly those feelings
Were clouded by what I know now
-Evanescence
(…..)

Inglaterra, Octubre de 1927. (14 años antes)


- Bien linda, bienvenida a tu nuevo hogar- Dijo entusiasta Vivian.
    Ella y su sobrina Beth acababan de llegar de Londres, los padres de la pequeña habían fallecido en un trágico accidente, quedando al cuidado de Vivian, se habían alojado en Londres un año, pero creyó que ya era hora que Beth estuviera en un ambiente más tranquilo, y qué mejor que en este pequeño pueblo, donde ella había pasado gran parte de su vida.
    Beth sonrió tímidamente y subió las escaleras abrazando fuertemente a su amado oso de peluche, regalo de su padre, un pequeño empresario que había dedicado su vida a su esposa y a su preciada hija. Observó detenidamente todo lo que estaba a su paso hasta el más minúsculo detalle, cerró momentáneamente los ojos, pensando en que todo estaría bien, realmente había sufrido mucho con la lamentable pérdida de sus padres, pero esperaba que la tía Vivian estuviera para ella siempre que la necesitara, como una madre.

    En otra parte de ese pintoresco pueblo, se encontraba el pequeño Joseph, escondido bajo un gran y viejo roble, dirigiendo su mirada hacia la nada, el pobre había sufrido demasiado para ser un niño con tan solo 7 años de edad, los constantes maltratos de su padre había ocasionado que se alejara de los demás, durante años había dejado que lo subajará, su padre lo había culpado de la muerte de su madre. Sus pequeños e inocentes ojos, se inundaron de nuevo de lágrimas, y las quito rápidamente, según su padre  llorar no era de hombres y Joseph no haría nada que ocasionara otro disgustó de él, quería que lo vieran con orgullo y quizás tan solo con un poco de cariño.

    Alzó la vista, encontrándose a lo lejos con una pequeña silueta, puso un poco más de atención a ella, puesto que nunca la había visto antes, esta se iba acercando cada vez más, haciéndose más visible; era una pequeña niña con grandes y hermosos ojos marrones, de no más de 5 años de edad, supuso, se encontraba corriendo alegremente, haciendo que su largo cabello castaño jugueteara con el viento, se veía realmente adorable.

    Él se paró de donde estaba, sacudió su pantalón para quitar un poco la suciedad en ellos, planeaba dirigirse a su casa, seguramente su padre ya se había ido de ahí, tal vez a un bar o a algún lugar de mala muerte a los que acostumbraba a ir. De pronto la pequeña niña que había observado momentos antes, se encontraba justo frente a él, mejor dicho sobre él, puesto que había tropezado con él, ocasionando que los dos cayeran al duro suelo.

-Lo siento…yo…no…lo siento- dijo después de pararse rápidamente, la dulce y tierna niña, mirando hacia el suelo y con un peculiar rubor en sus mejillas.
-Si, no te preocupes- contestó un poco atontado por el golpe, dedicándole una mirada enternecida, le pareció adorable el tono rojizo que había adquirido la cara de la pequeña.
-y…-vacilo un poco- ¿quisieras jugar con migo?- preguntó inocentemente, moviendo nerviosamente la punta de su pie.
-Ah…- a Joe le tomó por sorpresa esa invitación, muchos niños del pueblo no se le acercaban, y mucho menos lo invitaban a jugar, les parecía …raro, y no es que tuviera alguna incapacidad física ni nada por el estilo, era solo que la mayoría del tiempo se la pasaba alejado de todos- Esta bien. Mi nombre es Joseph, pero puedes llamarme Joe- sonrió un poco y espero que ella se presentara.
-Pues, mi nombre es Beth pero puedes llamarme…. Beth- rió a lo bajo un poco ante su comentario.

-Dijiste que después de esto jugaríamos a lo que yo quisiera- protestó Joseph cruzándose de brazos, luego de que se regulara su respiración, después de todo no era una tarea sencilla correr durante horas en busca del “travieso duende”, que según aseguraba Beth, estaba detrás de los arbustos. 
-Eso fue antes de saber que no eras tan listo como para saber que no había ningún duende, solo aparecen de noche, todo el mundo lo sabe -se defendió la pequeña niña, segura de lo que decía, sin duda tenía una imaginación muy grande. -Además ya es muy tarde, y si no regresó a casa mi tía me regañara, pero te prometo que mañana jugaremos a lo que quieras.-Finalizó levantándose del lugar donde se encontraban sentados, su cabello se encontraba hacho una maraña, y su vestido estaba lleno de tierra.
-Está bien- dijo Joe no muy convencido.-Nos vemos mañana- de igual manera él se levantó, el cielo ya se estaba pintando de tonos rojizos y naranjas, lo que indicaba que estaba por oscurecerse.
    Ambos salieron del enorme jardín y se dirigieron a sus respectivas casas, para Joseph era un fastidio volver a la suya, sabía todo lo que pasaría, era viernes por la noche, seguramente su padre llegaría borracho, quejándose de su día y buscaría algún pretexto para desquitarse con él, el tan solo pensarlo le atemorizaba, por lo que sacudió la cabeza para libérese de esos pensamientos y a paso lento se dirigió a su destino.
     Mientras tanto Beth ya había llegado en su hogar, su tía estaba a punto de regañarle por que ya era un poco tarde, cuando vio la enorme sonrisa dibujada en su rostro, ya hacía mucho que no la veía tan feliz, así que sin dudarlo dejo que la niña le contara todo.
-Que imaginación tienen los niños de ahora- Fue lo único que pudo decir, le alegraba que su sobrina estuviera tan feliz, incluso, le dijo a Beth que invitara a su amigo para que jugaran ahí.

    La mañana era de lo más hermosa ese día, Beth se mostraba impaciente por salir y encontrarse de nuevo con su amigo, la tía Vivian había insistido que era demasiado temprano, pero a ella no le importo, era demasiado testaruda, por lo que Vivian tubo que acceder a que saliera. Beth camino hacia el prado, al llegar al frondoso y gran árbol que se encontraba justo en medio de este, pudo notar que Joe ya había llegado, solo que él no se había percatado de la llegada de ella.
-Hola- dijo ella alegremente, tratando de llamar su atención.
-Déjame solo-

-¿Qué pasa Joe? ¿No jugaremos hoy?
-Ya vete, déjame solo-
    Beth no se había movido del lugar donde se encontraba, sabía que Joe se encontraba mal y no lo dejaría solo, a pesar de tener solo 5 años, comprendía muy bien estas cosas. Se sentó junto a él haciendo el menor ruido posible y miro atentamente cada movimiento que hacía, el abrazaba con fuerza sus piernas y en ellas ocultaba su rostro.
-¿Qué te paso allí?-dijo repentinamente señalando un gran moretón que se encontraba en el brazo de Joe.
    Él se giro hacia Beth, limpiándose las lagrimas que corrían por sus ojos.-Nada...me pegué con la puerta.-
-Vamos a mi casa con tía Vivian, seguro te duele mucho-
-No no, aquí estoy bien, no tengo nada-
-Pero te dolerá después, anda, vamos a mi casa, tía Vivian es muy buena para esto-insistió.
    Después de tanto insistir Beth convenció a Joe. Mientras se dirigían a su casa Beth iba observando sobre todo lo que se encontraba a su paso, no había notado lo hermoso que era ese lugar, las pintorescas casitas de madera, los grandes jardines que llenaban de vida los niños jugando y las parejas de enamorados...
Por un momento Joe se sintió un poco más relajado, estaba demasiado frustrado, sabía que su padre tenía demasiados problemas y por eso se desquitaba con él. Se encogió de hombros y en su cara se dibujaba una pequeña sonrisa, le divertía la forma en que Beth miraba a su alrededor. <<Es divertida para ser una niña>> se dijo a sí mismo y siguió caminando.
-¿Ahora si me dirás que te paso?-preguntó Beth, sabía que había el mentido, solo que espero el momento oportuno para sacar de nuevo el tema.
-No lo entenderías-<< ¿debería decirle o no?>> pensó, Beth le había inspirado una gran confianza, pero no tanta como para contarle todos sus problemas... ¿o sí?
-Mmm., está bien-torció su boca -pero si me lo quieres contar, soy toda oídos-finalizó, se veía bastante curiosa, sonaba como una adulta en el cuerpo de una niña, Joe rió pensando en esto.
     Llegaron a la casa de Beth, era la típica casa inglesa, con una cerca de madera blanca, el jardín estaba repleto de pequeñas flores rojas, se veía bastante acogedora.
-Llegaste antes de lo que esperaba pequeña-sonrió dulcemente Vivian abriendo la puerta principal-oh, y veo que trajiste compañía, mucho gusto, soy la tía de Beth, Vivian.-le dijo a Joe estrechando su mano.
-Yo soy Joe-contestó tímidamente.
-tía Vivian, venimos porque Joe tenía un moretón en su brazo, tal vez tú puedas ponerle algo para que no le duela-
-oh claro, déjame ver- tomo el brazo del pequeño-válgame dios muchacho, ¿quién te ha golpeado?-Preguntó algo preocupada, el brazo de Joe tenía varios moretones, y muchos de ellos no eran recientes.
-Mi padre-dijo casi en un susurró-pero solo fue un accidente, el no quería hacerlo-continuó con voz un poco mas audible.
     Mientras Joseph seguía charlando con Vivian, Beth se había ido a sentar a un sofá, pensando en lo que Joe había dicho, ¿su padre? ¿cómo pudo haber sido un accidente?, para ser tan pequeña Beth era bastante inteligente.
-Listo-dijo la tía de Beth ya habiendo untado una pomada a los moretones de Joe, el tema de lo que los ocasionaron se había dado por más que terminado, y probablemente no se tocaría en un buen tiempo.


 

sábado, 27 de noviembre de 2010

Capitulo 2-.


Capitulo 2-.

No hables.
Sé exactamente lo que estás diciendo.
Así que por favor deja de explicar.
No me cuentes porque me duele.
No hables.
Sé lo que estás pensando.
No necesito tus razones.
No me cuentes porque me duele.
Don`t speak-dobout

[……..]
-Siéntate-. Le dijo Joe a Beth apenas al llegar a su casa, Joe no había podido decirle la verdad cuando estuvieron solos, simplemente no sabía cómo iniciar. -Veré si esta mi padre-. Beth sonrió y Joe salió de la habitación dejándola allí.
    Se acomodó en la cama y mientras indagaba en sus pensamientos un fuerte viento entró por la ventana abierta haciendo que varias cosas que estaban en un escritorio cercano cayeran al suelo. Beth pronto se dispuso a levantar el desorden después de cerrar la ventana.
-¿Qué es esto?-.Dijo al tomar una carta que contenía en la parte superior el sello de la nación de Inglaterra, esto no era normal que lo enviaran a menos que quisieran llevarte a una... -¿Guerra?-. A Beth se le nublaron los ojos ya no podía seguir leyendo, en ese momento Joe había entrado.
-Traje un poco de... ¿qué sucede?-. Dejó los vasos a un lado para acercarse al rostro húmedo de Beth -Qué tienes, ¿por qué estas así?-. 

     Beth no necesito hablar, tan solo le mostro el papel, la carta en la que aceptaban a Joe para ir a pelear por su nación
-¿Cuando me dirías?-. Dijo ella atrapando el llanto.
 -Yo... quería hacerlo cuanto antes-. Dijo tomando las manos de Beth quien ya no podía contener las lágrimas.
-Y para ti que significa 'cuanto antes' ¿cuando ya estés en el avión? ¿Cuando me estés abandonando?-
. Ambos se unieron en un abrazo, por más que Beth quería sentir odio hacia Joe no podía, no quería pensar que el tenia que abandonarla.
-Me hiciste prometer que siempre estaríamos juntos-.
- Lo estaremos, siempre...- pensó.


     Un día faltaba para la partida de Joe, y Beth estaba hecha un mar de lagrimas, por más que quisiera no podía dejar de llorar, el era lo único que tenia, era su mundo y lo necesitaba más que cualquier otra cosa.
-¿Podría pasar a verla?-Preguntó temerosamente Joe desde la entrada de la casa a la tía Vivian, la cual había cuidado de Beth durante los últimos 10 años debido a que sus padres habían muerto cuando cumplía los cortos 6 años de edad, la quería como si fuese se propia hija.
-Lo siento ella no…-.
-Solo será unos minutos, no le quitare mucho tiempo-. La interrumpió, dejándola con la palabra en la boca.-en verdad necesito hablar con ella-. Continuó.
-Está bien, pasa.- Contestó un tanto cansada e hizo un ademan para que entrara.
     Subió cuidadosamente las escaleras, recordando las primeras veces que había pasado en ese mismo lugar, posiblemente sería la última vez que estuviera allí antes de su partida, se detuvo un momento arreglando un poco su chaqueta causa del nerviosismo y abrió cuidadosamente la puerta que tenía enfrente, encontrando a Beth profundamente dormida, se acerco cautelosamente para no despertarla, aunque había ido hasta su hogar para hablar con ella, no se atrevió a despertarla, se veía tan frágil e indefensa que pensó en que sería mejor no hacerla sufrir de nuevo, al menos no presenciarlo, sonaba egoísta pero sabía que si la veía otra vez llorar lo obligaría a quedarse, pero la decisión ya estaba tomada, el iría a luchar en la guerra. Acarició con dulzura su pálido rostro, tratando de recordar los inolvidables momentos que pasaron juntos; entonces ella comenzó a abrir los ojos lentamente, tallándolos un poco para poder enfocar su borrosa vista a la persona que se encontraba justo enfrente de ella.
-Lo siento, yo…no quería despertarte.- Dijo un tanto inseguro, alejándose tan solo un poco para que Beth se pudiera levantar.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó seria, más no enojada, le dolía demasiado el tan solo pensar que estaría lejos de él y el peligro que corría.
-Yo, solo quería arreglar un poco las cosas… antes de irme.- Dicho esto se volvió a acercar a ella, pero ahora se puso en cunclillas y le tomó las manos mirándola a los ojos, le sonrió un poco y luego continuó.-Lo que menos quería es hacerte sufrir, por eso no te había dicho nada, no sabía cómo tratar el tema…-.
-¿Cuándo te vas?-. Preguntó sin tomarle importancia a lo que él acababa de decir, pensaba que de cualquier manera eso no cambiaria las cosas, él se iría y no había nada que hacer al respecto.
-Mañana por la mañana- .Dio un gran suspiró y espero a que ella respondiera algo, el silencio se había hecho largo e incómodo, así que trató de romperlo. – Sabes, mi padre está muy orgulloso de mí, por fin tenemos algo de qué hablar, tú bien sabes cuánto había anhelado esto, qué mi padre me quisiese.
Ella bien sabía todo lo que Joe había sufrido.







viernes, 26 de noviembre de 2010

Thinking of you.


Thinking of you



Sinopsis

Una historia desarrollada en tiempos de guerra donde el amor es la fuerza más poderosa de todas…


Después de todo lo que habían pasado juntos creían que por fin podían ser felices juntos sin embargo el destino decidió otra cosa. Cuando Beth encuentra una carta con el sello de la nación de Inglaterra se da cuenta que todo cambiara radicalmente ¿podrá Beth superar la prueba más grande de su amor? Podrán cumplir la promesa que se hicieron? Beth lo único que sabe con certeza es que nunca podrá dejar de pensar en el…
                                                             

















Capitulo 1.-
El amor no es amor si se altera cuando encuentra obstáculos.
Cuando la vida se hace más dura y las cosas cambian,
el amor verdadero permanece igual.
Shakespeare.
Inglaterra, 1941


Sentado en el frio asiento de su viejo Mustang, pensaba en lo frustrante que sería la escena que le venía a continuación, no sería fácil, pero por supuesto, eso era lo que él esperaba. Suspiro tratando de aclarar sus pensamientos, sabía a la perfección que tenía que decírselo, ella lo conocía muy bien de cualquier otra manera se enteraría y no lo podría ocultar por mucho tiempo. Pensó en darle la noticia esta misma tarde, en el día de campo que habían planeado desde ya hacía algunos meses, cuando en aquellos días había imaginado lo lindo que habría sido dar un paso más en su relación, la había imaginado a ella vestida de blanco con un ramo de rosas blancas en sus manos, adornando su exquisita belleza a, hubiera sido maravilloso hacer esto posible.
-Aquí vamos-. Se dijo a sí mismo mientras sostenía la cesta de comida, se aferro a ella fuertemente con el nerviosismo corriendo por cada una de sus células, no sería sencillo arrojarle la bomba ahora, no lo seria nunca, pero debía hacerlo, ella lo sabría de todos modos, que importaba, mejor apresurar el mal paso que sostenerlo sin llegar a nada. Tomo de nuevo fuertemente la cesta de comida, y dio un sonoro suspiro antes de tocar la puerta fervientemente.
-¡Qué bueno que llegas!-. Dijo emocionada, con una sonrisa resplandeciente, tal como él la recordaba ,con sus ojos abiertamente ingenuos, lucia impresionantemente hermosa, y esa sonrisa no podía reflejar algo más que felicidad. Abrió sus brazos, dándole con un caluroso abrazo, y mientras él la recibía, le besó la frente.-Te extrañe-. Menciono, apretando su cuerpo más al de él, después de una semana de no verse, era obvio que reaccionara así, era algo a lo que no estaba acostumbrado.
-Igual yo-. Le contestó con voz dulce, mientras inhalaba el delicioso perfume que emanaba su cabello, le encantaban estos momentos, pero ahora no podía pensar con claridad, la idea de darle la noticia lo ponía muy mal, no sabía cómo podría reaccionar ella.
-Bueno, ¿nos vamos?-. Preguntó con inocencia, mientras se alejaba un poco de él para poder verlo a los ojos, le gustaba poder admirar el hermoso color avellana en ellos, luego le dedico una tierna sonrisa y lo tomo de la mano.
Pronto Joe y Beth se encontraban en el campo, estaba completamente tapizado de un hermoso color verde debido al pasto que lo cubría, adornado con unas cuantas margaritas esparcidas por todo el terreno y justo en medio de este, un inmenso árbol, el mismo donde pasaron momentos inolvidables. Beth bajo rápidamente del auto para poder admirar con más detalle el lugar donde se encontraban, Joe tomo la canasta y corrió para poder alcanzarla.
-¡Espera!-. La tomo del brazo antes de que callera, asiendo caer la canasta de comida que llevaba en mano.
-Yo…lo siento-. Dijo cabizbaja
-Pues tendrás que pagarlo muy caro...-.
Beth levantó la cabeza sorprendida, mientras que ha Joe se le dibujaba una divertida sonrisa, levantando el frágil cuerpo de su acompañante, haciéndola girar por los aires.
-¡basta Joe…!.- Decía entre risas, ya no puedo
La bajó lentamente, mientras recuperaba el equilibrio. Agacho la cabeza y se percató que la canasta que momentos atrás había tirado, seguía en el suelo, la recogió rápidamente y se dirigió al gran y viejo roble para poder obtener un poco de sombra.
-oh Joe, he esperado tanto tiempo para esto-suspiro-no sabes cuánto de extrañe-
-igual yo-. Le contestó tajante, con una media sonrisa, de una manera casi irreconocible para ella.
Mientras el sacaba la manta del cesto para poder ponerla en el piso, ella analizaba detenidamente sus movimientos, tratando de descifrar su comportamiento, sabía que algo estaba ocurriendo desde que lo recibía en su casa, pero confiaba que él se lo dijera. Sintiéndose incomodo de cómo lo miraba ella, trato de disimular su comportamiento.
-Está listo, ya nos podemos sentar-.
-Mmm.…está bien-. Dijo un tanto pensativa.
-¿Sucede algo?-
-No, nada-. Contestó meneando la cabeza un par de veces, así sentándose en el lugar que le había dejado Joe, posando su mirada en alguna parte del prado.
Los dos habían quedado callados, reinando un incómodo silencio, el esperaba el momento oportuno para decirle lo que le sucedía y ella buscaba una explicación para su extraño comportamiento. Lo único que hicieron fue dedicarse a admirar el paisaje mientras alguno rompía el silencio.
Mientras Beth se perdía en sus pensamientos, él intento de olvidar la frustración que sentía así que simplemente se dedico a contemplarla, no se había percatado de lo hermosa que lucía. Ella volteo a Joe al darse cuenta que la observaba, con cualquier otra persona se hubiera enfadado porque la vieran así, pero con él era distinto, con el todo era distinto.
-¿Qué pasa?-
¿Te he dicho lo hermosa que luces hoy?-
-No- contesto apenada, tornando sus pálidas mejillas a un agradable color rosa.
-Bueno, hoy se muy ve hermosa señorita-. Le aclaró con una gran sonrisa en el rostro, cualquier chica del pueblo se moriría por una sonrisa de Joe, pero sabía muy bien que eran para ella y solo para ella. Durante estos últimos años se había puesto más guapo que nunca, y no es que no lo fuera antes, si no que le había sentado bien la edad.
-Te amo.-Dijo abalanzándose hacia él para poder abrazarlo y poder esconder su cara en el pecho de él, y que no pudiera ver sus sonrojadas mejillas ya que se terminaría burlando del color que habían tomado entonces.
-Sabes que yo también-. Susurró a su oído riendo, se imaginaba la cara que debía haber puesto debido al cumplido que le había hecho, pero no podía evitar hacerlo, la quería como a nadie, y a pesar de haber empezado por una inocente amistad, ese cariño se había ido transformado con el paso del tiempo. Acarició delicadamente su sedoso cabello, que caía como cascada por su espalda, mientras ella se acomodaba en sus piernas, para poder tener una mejor vista de él y así perderse en sus profundos ojos. -Prométeme estar siempre juntos-. Dijo Joe, Beth lo miro por un segundo y dibujando una sonrisa hizo la promesa.
-Lo prometo-.
-¿a pesar de todo? ¿Aunque a veces las cosas no salgan bien?-. Beth asintió.