martes, 30 de noviembre de 2010

Capitulo 3-.


Capitulo 3-.


Field of innocence
I still remember the world
from the eyes of a child
slowly those feelings
Were clouded by what I know now
-Evanescence
(…..)

Inglaterra, Octubre de 1927. (14 años antes)


- Bien linda, bienvenida a tu nuevo hogar- Dijo entusiasta Vivian.
    Ella y su sobrina Beth acababan de llegar de Londres, los padres de la pequeña habían fallecido en un trágico accidente, quedando al cuidado de Vivian, se habían alojado en Londres un año, pero creyó que ya era hora que Beth estuviera en un ambiente más tranquilo, y qué mejor que en este pequeño pueblo, donde ella había pasado gran parte de su vida.
    Beth sonrió tímidamente y subió las escaleras abrazando fuertemente a su amado oso de peluche, regalo de su padre, un pequeño empresario que había dedicado su vida a su esposa y a su preciada hija. Observó detenidamente todo lo que estaba a su paso hasta el más minúsculo detalle, cerró momentáneamente los ojos, pensando en que todo estaría bien, realmente había sufrido mucho con la lamentable pérdida de sus padres, pero esperaba que la tía Vivian estuviera para ella siempre que la necesitara, como una madre.

    En otra parte de ese pintoresco pueblo, se encontraba el pequeño Joseph, escondido bajo un gran y viejo roble, dirigiendo su mirada hacia la nada, el pobre había sufrido demasiado para ser un niño con tan solo 7 años de edad, los constantes maltratos de su padre había ocasionado que se alejara de los demás, durante años había dejado que lo subajará, su padre lo había culpado de la muerte de su madre. Sus pequeños e inocentes ojos, se inundaron de nuevo de lágrimas, y las quito rápidamente, según su padre  llorar no era de hombres y Joseph no haría nada que ocasionara otro disgustó de él, quería que lo vieran con orgullo y quizás tan solo con un poco de cariño.

    Alzó la vista, encontrándose a lo lejos con una pequeña silueta, puso un poco más de atención a ella, puesto que nunca la había visto antes, esta se iba acercando cada vez más, haciéndose más visible; era una pequeña niña con grandes y hermosos ojos marrones, de no más de 5 años de edad, supuso, se encontraba corriendo alegremente, haciendo que su largo cabello castaño jugueteara con el viento, se veía realmente adorable.

    Él se paró de donde estaba, sacudió su pantalón para quitar un poco la suciedad en ellos, planeaba dirigirse a su casa, seguramente su padre ya se había ido de ahí, tal vez a un bar o a algún lugar de mala muerte a los que acostumbraba a ir. De pronto la pequeña niña que había observado momentos antes, se encontraba justo frente a él, mejor dicho sobre él, puesto que había tropezado con él, ocasionando que los dos cayeran al duro suelo.

-Lo siento…yo…no…lo siento- dijo después de pararse rápidamente, la dulce y tierna niña, mirando hacia el suelo y con un peculiar rubor en sus mejillas.
-Si, no te preocupes- contestó un poco atontado por el golpe, dedicándole una mirada enternecida, le pareció adorable el tono rojizo que había adquirido la cara de la pequeña.
-y…-vacilo un poco- ¿quisieras jugar con migo?- preguntó inocentemente, moviendo nerviosamente la punta de su pie.
-Ah…- a Joe le tomó por sorpresa esa invitación, muchos niños del pueblo no se le acercaban, y mucho menos lo invitaban a jugar, les parecía …raro, y no es que tuviera alguna incapacidad física ni nada por el estilo, era solo que la mayoría del tiempo se la pasaba alejado de todos- Esta bien. Mi nombre es Joseph, pero puedes llamarme Joe- sonrió un poco y espero que ella se presentara.
-Pues, mi nombre es Beth pero puedes llamarme…. Beth- rió a lo bajo un poco ante su comentario.

-Dijiste que después de esto jugaríamos a lo que yo quisiera- protestó Joseph cruzándose de brazos, luego de que se regulara su respiración, después de todo no era una tarea sencilla correr durante horas en busca del “travieso duende”, que según aseguraba Beth, estaba detrás de los arbustos. 
-Eso fue antes de saber que no eras tan listo como para saber que no había ningún duende, solo aparecen de noche, todo el mundo lo sabe -se defendió la pequeña niña, segura de lo que decía, sin duda tenía una imaginación muy grande. -Además ya es muy tarde, y si no regresó a casa mi tía me regañara, pero te prometo que mañana jugaremos a lo que quieras.-Finalizó levantándose del lugar donde se encontraban sentados, su cabello se encontraba hacho una maraña, y su vestido estaba lleno de tierra.
-Está bien- dijo Joe no muy convencido.-Nos vemos mañana- de igual manera él se levantó, el cielo ya se estaba pintando de tonos rojizos y naranjas, lo que indicaba que estaba por oscurecerse.
    Ambos salieron del enorme jardín y se dirigieron a sus respectivas casas, para Joseph era un fastidio volver a la suya, sabía todo lo que pasaría, era viernes por la noche, seguramente su padre llegaría borracho, quejándose de su día y buscaría algún pretexto para desquitarse con él, el tan solo pensarlo le atemorizaba, por lo que sacudió la cabeza para libérese de esos pensamientos y a paso lento se dirigió a su destino.
     Mientras tanto Beth ya había llegado en su hogar, su tía estaba a punto de regañarle por que ya era un poco tarde, cuando vio la enorme sonrisa dibujada en su rostro, ya hacía mucho que no la veía tan feliz, así que sin dudarlo dejo que la niña le contara todo.
-Que imaginación tienen los niños de ahora- Fue lo único que pudo decir, le alegraba que su sobrina estuviera tan feliz, incluso, le dijo a Beth que invitara a su amigo para que jugaran ahí.

    La mañana era de lo más hermosa ese día, Beth se mostraba impaciente por salir y encontrarse de nuevo con su amigo, la tía Vivian había insistido que era demasiado temprano, pero a ella no le importo, era demasiado testaruda, por lo que Vivian tubo que acceder a que saliera. Beth camino hacia el prado, al llegar al frondoso y gran árbol que se encontraba justo en medio de este, pudo notar que Joe ya había llegado, solo que él no se había percatado de la llegada de ella.
-Hola- dijo ella alegremente, tratando de llamar su atención.
-Déjame solo-

-¿Qué pasa Joe? ¿No jugaremos hoy?
-Ya vete, déjame solo-
    Beth no se había movido del lugar donde se encontraba, sabía que Joe se encontraba mal y no lo dejaría solo, a pesar de tener solo 5 años, comprendía muy bien estas cosas. Se sentó junto a él haciendo el menor ruido posible y miro atentamente cada movimiento que hacía, el abrazaba con fuerza sus piernas y en ellas ocultaba su rostro.
-¿Qué te paso allí?-dijo repentinamente señalando un gran moretón que se encontraba en el brazo de Joe.
    Él se giro hacia Beth, limpiándose las lagrimas que corrían por sus ojos.-Nada...me pegué con la puerta.-
-Vamos a mi casa con tía Vivian, seguro te duele mucho-
-No no, aquí estoy bien, no tengo nada-
-Pero te dolerá después, anda, vamos a mi casa, tía Vivian es muy buena para esto-insistió.
    Después de tanto insistir Beth convenció a Joe. Mientras se dirigían a su casa Beth iba observando sobre todo lo que se encontraba a su paso, no había notado lo hermoso que era ese lugar, las pintorescas casitas de madera, los grandes jardines que llenaban de vida los niños jugando y las parejas de enamorados...
Por un momento Joe se sintió un poco más relajado, estaba demasiado frustrado, sabía que su padre tenía demasiados problemas y por eso se desquitaba con él. Se encogió de hombros y en su cara se dibujaba una pequeña sonrisa, le divertía la forma en que Beth miraba a su alrededor. <<Es divertida para ser una niña>> se dijo a sí mismo y siguió caminando.
-¿Ahora si me dirás que te paso?-preguntó Beth, sabía que había el mentido, solo que espero el momento oportuno para sacar de nuevo el tema.
-No lo entenderías-<< ¿debería decirle o no?>> pensó, Beth le había inspirado una gran confianza, pero no tanta como para contarle todos sus problemas... ¿o sí?
-Mmm., está bien-torció su boca -pero si me lo quieres contar, soy toda oídos-finalizó, se veía bastante curiosa, sonaba como una adulta en el cuerpo de una niña, Joe rió pensando en esto.
     Llegaron a la casa de Beth, era la típica casa inglesa, con una cerca de madera blanca, el jardín estaba repleto de pequeñas flores rojas, se veía bastante acogedora.
-Llegaste antes de lo que esperaba pequeña-sonrió dulcemente Vivian abriendo la puerta principal-oh, y veo que trajiste compañía, mucho gusto, soy la tía de Beth, Vivian.-le dijo a Joe estrechando su mano.
-Yo soy Joe-contestó tímidamente.
-tía Vivian, venimos porque Joe tenía un moretón en su brazo, tal vez tú puedas ponerle algo para que no le duela-
-oh claro, déjame ver- tomo el brazo del pequeño-válgame dios muchacho, ¿quién te ha golpeado?-Preguntó algo preocupada, el brazo de Joe tenía varios moretones, y muchos de ellos no eran recientes.
-Mi padre-dijo casi en un susurró-pero solo fue un accidente, el no quería hacerlo-continuó con voz un poco mas audible.
     Mientras Joseph seguía charlando con Vivian, Beth se había ido a sentar a un sofá, pensando en lo que Joe había dicho, ¿su padre? ¿cómo pudo haber sido un accidente?, para ser tan pequeña Beth era bastante inteligente.
-Listo-dijo la tía de Beth ya habiendo untado una pomada a los moretones de Joe, el tema de lo que los ocasionaron se había dado por más que terminado, y probablemente no se tocaría en un buen tiempo.


 

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